Hacía mucho tiempo que los animales deseaban averiguar a qué
sabía la luna. ¿Sería dulce o salada? Tan solo querían probar un pedacito, pero, por más que se
estiraban, no eran capaces de tocarla...
Y el pez, que lo había visto todo, no entendía nada y dijo:
- ¡Vaya, vaya! Tanto esfuerzo para llegar a esa luna que está en el cielo.
¿Acaso no verán que aquí, en el agua, hay otra más cerca?...
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