En esta ocasión todo comienza desde la experimentación y la estimulación sensorial.
Una vez situada la rabia en un lugar visible, comienza la trasformación que nos lleva a disfrutar del cuento Vaya Rabieta de Mireille d´ Allancé editorial Corimbo.
LAS RABIETAS INFANTILES.
¿Por qué se producen?
Suelen comenzar a los dos años,
cuando los niños empiezan a desarrollar su independencia y no les gusta que sus
padres les digan qué hacer, o no les dejen hacer lo que quieren.
Aun no tienen capacidad para
expresarse y argumentar su disconformidad con los planes o decisiones de sus
padres y esta incapacidad para expresarse, irrita y frustra al niño.
También utilizan las rabietas para
llamar nuestra atención o manipular nuestras decisiones, (en este caso
estaríamos ante una rabieta voluntaria).
¿Qué NO se debe hacer?
Ceder ante sus deseos. Con la
rabieta, el niño nos presiona y consigue que le demos lo que quiere, con
tal de que se calle. Por eso, no hay que comprarle la golosina que ha generado
la rabieta o darle el juguete que le hemos quitado.
Alterarte o enfadarte. Si te alteras,
te pones nervioso, te hace gracia, o tienes cualquier reacción que no sea la de
permanecer como ni no pasara nada, lo que le estás transmitiendo es que te
estás implicando en su rabieta y sólo vas a ayudar a empeorar la situación.
El mensaje ha de ser claro:
Le vas a ayudar solo cuando se calme. Y hasta
que eso no ocurra, le vas a ignorar, aun cuando sus gritos y llantos te coman
por dentro y te sientas muy mal, necesita de tu paciencia y apoyo, y por
supuesto que no le pierdas de vista.
¿Qué hacer cuando el niño se ha
calmado?
Una vez que se ha calmado y sus
nervios empiezan a relajarse, tu reacción ante él sólo ha de ser de cariño y
comprensión.
Los dos mensajes que han de aprender
son:
La importancia de calmarse por ellos
mismos y la importancia de hablar o de pedir ayuda que, en definitiva, supone
aprender a comunicar los sentimientos.